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  1. Esta es la historia, totalmente inventada, del encuentro casual de dos desconocidos.

    El tipo le dice a la tipa:

    - ¿Tu eres de apellido "tal"? ¿Hija de "talsito de tal"? ¡Que arrecho! ¡Tu papá es un gran tipo!

    - La tipa, sorprendida, le responde:

    - Sí, soy yo, pero que pena contigo, a mí él no me parece un gran tipo.

    - ¿Cómo me dices eso? ¡Tu papá es increíble! Mi familia pasó un rato difícil y él nos  ayudó con un dinero.

    - Oye pues me alegra que a ustedes los haya ayudado pero a mis hermanos y a mí nos pegaba un montón, por eso me fui de casa y ahora vivo aquí.

    - ¿Qué dices? ¿Por qué mientes así sobre tu padre? Tú lo odias y por eso dices estas cosas.

    - Eh... ¿Perdón? Sé que parece un tipo agradable pero yo que viví con él muchos muchos años te puedo decir que en casa se emborrachaba y nos daba palizas a todos. Llevo el cuerpo lleno de morados y cicatrices que lo prueban.

    - Tú estás equivocada, seguro fue otro el que te pegó ¡o tu misma! Yo he escuchado mucho sobre tu papá y se mejor que tu como son las cosas. Es más, si tuvieras otro papá, uuuy ¡Ese sí que te pegaría! Así que deberías estar agradecida.

    Entonces la tipa, ya harta de la conversación y con muchas ganas de lanzarle un puño a la nariz, decide cerrar con:

    - Bueno, ¿sabes qué? Cuando quieras te vienes a vivir a mi casa y luego de 2 meses volvemos a hablar... Si es que no te ha roto la boca y todavía puedes seguir usándola para ser tan becerro!

    --

    Ya... Probablemente la tipa no le contestaría eso si no que con mucha frustración seguiría pegada en la conversación un rato más intentando explicarle racionalmente al tipo todos sus motivos.


    Y bueno, así, más o menos, es como se siente cualquier persona del mundo cuando se consigue a alguien empeñado en defender al gobierno de un país en el que nunca han estado y del que sabe muy poco: el país de uno.


    El tema no es limitarse al reduccionismo de "si no vives allí no opines", sino nadie tendría derecho a hablar de nada que no fuera su propio barrio y no podrían existir las relaciones internacionales. No, no es eso, nuestro mundo está globalizado y todos tienen derecho a opinar.

    El tema verdaderamente importante es: no convertirte en un pendejo mala gente que le dice a los demás que el papá que les pega es bueno. Y aunque esto parezca lógica común, mi experiencia me dice que hay mucha gente allá afuera que no es capaz de comprender este concepto.

    Es por esta razón que he decidido escribir hoy:

    La Maravillosa Pequeña Guía Para No Ser Un Pendejo Mala Gente

    Que aplica para todo lo que tiene que ver con conversaciones políticas en el área de América y Europa (porque yo honestamente del resto del mundo no se tanto y prefiero no dictar reglas para ellos... Aún) Y esta guía va más o menos así:

    Yo creo que la mayoría de la gente en estas regiones en realidad no quiere a su propio gobierno (no aplica a Alemania). Puede que durante los primeros 2 años tengan esperanzas y todavía apoyen a su presidente pero seguramente el gobierno, en líneas generales, les parezca malo y estén insatisfechos. Los gobiernos ganan reelecciones, sí, pero existen miles de miles de razones para esto y pocas veces es porque la mayoría ame la gestión realizada.

    Creo que no hay mejor prueba que tú mismo que lees esto; de donde sea que seas si tu gobierno tiene más de un par de años en el poder entonces dime si, en mayor o en menor medida, no estás decepcionado con lo que ha hecho. Y es que gobernar un país es una cosa muy difícil, MUY difícil y la mayoría de nuestros sistemas, y políticos, son sencillamente malos y lo hacen más complicado aún.

    Hay otra razón por la que creo que esto es así. El espíritu crítico puede identificar problemas y aceptar que está insatisfecho con la forma en la que se han manejado, mientras que para no ver las cosas negativas de una administración hace falta algún nivel de fanatismo y, YO, creo que hoy en día en cuestiones políticas la mayoría de la gente prefiere ser crítica que fanática. Vivimos épocas de quejas.

    Pues dicho esto, creo que es mucho más sano para todas las relaciones planetarias partir de esta base cuando nos toque hablar de política con otros que vienen de lugares distintos al nuestro. Así tendríamos entonces el Principio Número 1 de esta guía:

    1. Lo más probable es que esta persona desconocida no apoye a su gobierno y tienes que estar dispuesto a escuchar por qué.

    ¿Tu si lo apoyas? Bueno, entonces piensa bien qué es lo que quieres hacer: tener una discusión rica donde puedas alimentarte de la opinión del otro para saber y entender más, o ser un fanático demente que defienda hasta el final su posición política. Si eliges lo segundo realmente te hace falta esta guía y me hace feliz que estés aquí leyéndola. El paso a seguir entonces es ser racional. No escojas defender a una persona o a un sistema de gobierno. Vete a los hechos específicos que a ti te interesan: planes que se han aplicado, cifras que demuestran una mejoría en algún campo, cosas que se han construido y te gustan. Sino tienes nada de esto, sino tienes algo tangible de lo que hablar, entonces no deberías estar defendiendo nada, deberías tener la humildad de poder escuchar a los demás para luego formar tus propias opiniones.

    Contar la historia del señor que viste en tv un día diciendo x cosa y te pareció interesante está bien, siempre y cuando sea eso, una historia que viste y que entiendes que puede estar manipulada, equivocada, exagerada o directamente inventada.

    Así que entonces, principio número 2:

    2. Hechos, datos, información = discusión. 
    El resto eres simplemente tú molestando a alguien.

    Principio que podemos ver muy bien ilustrado en el siguiente gráfico


    Y por último, un tema de respeto. El hecho de que esta persona haya crecido y vivido en un lugar SÍ le da un derecho innato a tener una opinión fuerte sobre lo que pasa allí. Aunque tú seas experto en el tema y hayas hecho un doctorado al respecto, la vivencia SÍ te da un pequeño grado de derecho a que no te jodan tanto. A lo mejor solo representa un 10% del derecho a tener la razón pero yo, personalmente, creo que sí lo tiene porque los libros, los medios, los políticos pueden mentir, y mienten, pero la calle no.

    A cuántos mexicanos he escuchado teniendo que explicar por qué la guerra contra las drogas no ha mejorado en naaada su vida; a cuanta gente he visto defendiendo a Cuba a muerte y luego sorprenderse porque no sabían que los cubanos no pueden salir libremente de la isla; cuántos españoles deben escuchar que si acaban de escoger al PP entonces deben respetarlo y aceptar obedientemente las reformas que está proponiendo. Es duro, es duro para el pobre en Salvador y para el no pobre en Islandia porque no basta con que la política, los bancos y el sistema te jodan constantemente, además tienes que lidiar con mucha gente que los apoya a pesar de no entender lo que realmente le están causando a otros.

    Y creo que esto se resume en el punto final:

    3. Lo que estás a punto de decir tiene dolientes. Se respetuoso.

    Una vez interiorizado esto creo que ya estás listo para salir a discutir todo lo que puedas. Ve, que el mundo se hace del intercambio de opiniones y, cuando se hace bien, uno puede enriquecerse muchísimo.

    Ahora, una última advertencia. En ocasiones también hace falta una Maravillosa Pequeña Guía para los que lo saben TODO sobre su país y no permiten que más nadie opine nada sobre él. A veces se puede ser un fanático de la crítica. Así que me hacen el favor de comportarse y no obligarme a escribirla.

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