Este muchacho loco fue a Bogotá con nosotros durante el Viaje Mamístico y, aunque no vivió en carne propia todo el proceso, SABÍA lo que tuvimos que atravesar... Y aún así se le ocurrió que ir a Colombia en su propio carro podía ser buena idea si cambiaba el fondo andino por el del Zulia. Ya se harán una idea pero aquí les dejo el relato completo.
Gracias Luis!
La Terminal
Luis Miguel Gil
@luismgil
Sencillamente, era perfecto. Teníamos la fecha, el carro, la plata (poca, pero más que suficiente), y listo, nos fuimos. Carnavales 2010, entre Cartagena, Barranquilla y Santa Marta. Las expectativas estaban bastante altas. El plan era el siguiente: montarnos en ese carro y arrancar a rodaaar y rodaaar, cual trío de Pedros no tan Infantes, para asistir al matrimonio de Andreína, quien se casaba con un acaudalado colombiano en algún lugar de la ciudad amurallada de Cartagena, brindándonos la excusa perfecta para hacer el primer road trip del año. Llegaríamos el primer día a Santa Marta, cumpliríamos con el deber histórico de conocer la quinta San Pedro Alejandrino, y al día siguiente seguiríamos a cumplir otros deberes no tan históricos en Cartagena de Indias. Pero el detalle de este relato no es precisamente lo que sucedió en el viaje por Colombia per se (aunque de que hay material, lo hay) sino de lo que pasó sin siquiera haber salido de ésta, nuestra hermosa y tropical nación...
Arrancamos a rodar a eso de las 2 de la madrugada porque Ricardo, dueño del carro, no conseguía los papeles. Tras una apacible y somnolienta travesía, llegamos a eso de las 10 de la mañana a Maracaibo, frescos como una lechuga de McDonalds de La Guaira. De allí, nuestro amigo el GPS indicaba una trayectoria de unos 100 Km a lo largo de la calurosa y elegante Guajira venezolana, hasta un lugar fronterizo llamado Paraguachón. "Listo, en un hora más o menos estamos rodando en Colombia"... NOT. Sorpresa primera: calurosa era, pero para nada elegante la Guajira del demonio. La carretera hacía quedar a Mad Max como un chofer del Country. Hubiera sido menos peligroso para los cauchos del carro rodar encima de un juego de cuchillos de esos Ginsu 2000. El trayecto transcurrió entre huecos, hoyos, cráteres, y cualquier otra formación cóncava que un hombre pueda crear en el asfalto. Olvídense de los vasitos con el refresco y tal, porque terminaron bañando el carro completico. Sorpresa segunda: olviiiiidate de llegar en "una horita o dos"... hay 29734623764732735781391367 alcabalas de la Gloriosa y Bolivarianísima Guardia Nacional. Patria, Socialismo, o muéranse. Por suerte, los papeles en regla agilizan el proceso. Decidimos dejar encima de la consola de la camioneta los documentos pertinentes - papeles del carro, seguro, cédulas, partidas de nacimiento, y demás - para no pasar por el penoso deber de sacarlos de las carteras cada 5 minutos. Resuelto el problema de la guardia, muy bien. En la alcabala número mil, el afable maracucho nos advierte:
"Mirá, esta carretera que viene ahora es bastaaante peligrosa. Mucho guajiro en esa verga... son vergatarios esos coños. Tenéis que manejar esmachetao, sólo te paráis en las alcabalas. No bajéis de 60, y ve que si se te atraviesa algo, o alguien, LO ATROPELLÁIS..."
Así mismo. LO ATROPELLÁIS. No crean en nada ni nadie. Si un guajiro se para en medio de la calle con una llave de cruz atravesándole el cerebro, lo atropellas. Si Daniel Sarcos se aparece con los CIEN MIL MILLLOOOOONES de la lotería de Zulia, LO ATROPELLAS. Muy bien. Sigamos...
El nivel de estrés sube unos puntos más, y recorremos los 80 Kms restantes cual Meteoro en anfetaminas, esquivando huecos y temiendo una aparición repentina de un Guajiro o cualquier otro ente viviente dispuesto a ser embestido por la camioneta cubierta en Coca Cola. Al final del trayecto, la paz se adueña de nuestra almas, al mismo tiempo que avistamos: "Bienvenidos a Paraguachón". Alivio... NOT, otra vez...
Paraguachón tiene que ser, definitivamente, la sede principal de Kabul en Latinoamérica. El asfalto, ya intermitente, se dejó de cómicas y desapareció, para dar paso a un camino de tierra nada acogedor. A la derecha, el helipuerto de la Gloriosa GNB adorna la planicie infernal, mientras que al otro lado de la "calle" aparece ante nuestros ojos la oficina de SAIME, que ahora no recuerdo qué demonios significa pero entiendo que hace lo mismo que la DIEX, o la ONIDEX, o alguna de esas dependencias migratorias del ahora llamado Ministerio del Poder Popular del alguna vaina... unos 300 metros más adelante, puestos de comida de dudosa procedencia y algunas casas completan un emplazamiento "urbano" que no le deseo a NADIE.
Llegamos, paramos el carro, y empieza lo bueno: cómo hace uno para pasar a Colombia? nos rodean ahora unos setecientos cuarenta y tres colombianos ofreciendo servicios variados. Nos enteramos entonces que una de las casas antes mencionadas es la oficina del D.A.S., ente neogranadino encargado de fiscalizar nuestra entrada a su nación, y al cual se dirigían, al igual que nosotros, las SIETE CUADRAS de gente haciendo cola ante nuestros ojos. Algunos de ellos tenían más de 5 horas en ese plan, incluida la secretaria de mis jefes, a la que me conseguí... (quién carajo se consigue a alguien en Paraguachón???? sólo yo...)
Aparentemente hay más gente de la que el único funcionario presente en la oficina de D.A.S. puede manejar, ergo, la cola. Laaarga ella. Luego de deliberar, decidimos pagar los 150 mil pesos que "El Negro" nos cobra por sellarnos los tres pasaportes y el permiso para el carro sin calarnos el camarón de las 5 horas y pico bajo el sol. Fabuloso, diría uno. Genial, diría el otro. Nos dirigimos entonces al antes mencionado SAIME, donde uno tras otro nuestros pasaportes son sellados... salvo el de nuestro amigo Andrea (si, es hombre, lo que pasa es que es italiano... o nadie ha visto a Andrea Bocelli??) (...bueno, sé de alguien que no lo ha visto - chiste cruel....). El pasaporte de Andrea había sido invalidado unos días antes pues es de la versión anterior a la que está vigente, o algo así nos explica él mismo, luego de que le mete un cuento al funcionario acerca de cómo nunca ha tenido cédula venezolana y por eso viaja con su pasaporte europeo. Todo esto en una oficina a la cual no tenemos acceso. Por supuesto, él no pensó en que su pasaporte italianísimo no tenía sello de entrada al país, y que acto seguido a su presentación, sería retenido al mismo tiempo que crecían las sospechas de terrorismo imperial a su alrededor. COÑO DE SU MADRE. Aparte, tratar de verle la cara de pendejo a un funcionario chavista, que vive en Kabul toooodo el día, no es la movida más sabia. Total, Andrea tiene que irse. Así mismo, al tipo NO lo van a dejar entrar a Colombia, o más bien, salir de Venezuela. COÑO DE SU MADRE. Como si fuera poco, para cerciorarse de que el joven terrorista en efecto llegará a su destino de origen (claro, porque tenía que volver al lugar del cual salió), lo montan en un autobús directo a Plaza Venezuela, acompañado de un PTJ. Tal cual El Chacal. Genial.
Ricardo y yo, derrotados y con el dolor de haber perdido uno del equipo, decidimos que seguiríamos de todas maneras, ya que Andrea estaba a salvo rumbo a su casa junto con la cámara fotográfica que nos serviría de documento gráfico del viaje (por eso no hay fotos de nada de esto que les cuento). Mientras tanto, en el salón de la Injusticia, El Negro adelanta el trámite con nuestros pasaportes en el DAS, mientras consigue un número en el DIAN, oficina donde aparentemente dan el permiso para que tu carro circule libremente por Colombia. Claro, el DAS abre 24 horas, pero el DIAN no. Claro, para el documento del DIAN hace falta el sello de DAS. Claro, la cola del DIAN es como de una hora, pero la del DAS es como de 3 días. GENIAL.
Pues bien, esperamos un par de horas mientras El Negro hace que nos sellen los pasaportes. Tras la partida de Andrea, empezamos a considerar la idea de resignarnos y volver a Maracaibo, agobiados por la amenaza de los Guajiros kamikaze, que se hace peor mientras más se acerca la noche... finalmente, luego de 2 horas y estar al borde de la renuncia viajera, nos sellaron los pasaportes, gracias a la oportuna aparición del Canchi, hermano del funcionario colombiano que sufría la cola de DAS... BIEEEEEN!!! sólo queda el permiso del DIAN, par irnos... Lo que no sabíamos, lo que nadie sabía, es que el funcionario de dicha oficina había visto a Ricardo llegar a eso del mediodía, y no se explicaba cómo podíamos tener el ticket número 53, el cual fue entregado a eso de las 8 de la mañana. El hombre concluye, sabiamente, que hay gato encerrado, cortesía por supuesto de El Negro, diligente funcionario para-gubernamental de la frontera. Y nos encontramos aquí ante la paradoja más grande que un venezolano puede confrontar: un funcionario público HONESTO. Esa vaina EXISTE????????????? NO-ME-JO-DAS. El hombre nos niega el permiso por corruptos. Así mismo, como lo lees: NO VAN A COLOMBIA. Y no es que "no van"... TU no vas a Colombia, Señalando con el dedito y todo. Ok... rabia, dolor, y finalmente resignación. Qué demonios, será que volvemos a Venezuela y nos vamos Choroní con esos dólares.... NOT.
Los atentos lectores puede recordar que tenemos en el pasaporte el sello de ENTRADA para Colombia. Por lo tanto, somos los protagonistas de la secuela de "La Terminal": a Colombia no podemos entrar, pero de ella tampoco podemos salir. Debemos antes sellar el pasaporte de SALIDA, lo cual implica la cola de 5 horas que tenemos unas 2 horas evadiendo. Nos negamos a pagar los 150 mil pesos otra vez, porque no tenemos el presupuesto pero sobre todo porque el tipo ya no los quiere recibir, y comenzamos la carrera contra el tiempo y el sistema migratorio colombiano: yo hago al cola del DAS, completiiiica ella, mientras Ricardo intenta sobornar al único funcionario honesto en la faz de la tierra. En el camino, decidimos que ya era demasiado tarde par tomar el camino de vuelta al Zulia, y que en caso de no poder seguir a la hermana república, deberíamos dormir en algún hotel en tierra de nadie, despatriados, y sin ninguna certeza de que al día siguiente la cosa sería distinta... fabuloso.
Para hacer la agonía corta - porque eso fue lo único que quedó luego, la agonía de esperar - LO LOGRAMOS. Lo curioso, es que AMBOS lo logramos. Pero primero llegué yo a la puerta del DAS... si si, pasé las 5 horas allí, y hasta me tocó dejar pasar a la gente que venía detrás de mi, para esperar al último minuto... al final, fui el último de la cola, y aún así tuve que seguir esperando, pero valió la pena: Ricardo lo logró también. no le costó más dinero, sólo faltó que nos quedáramos allí por 7 horas y media para que el honorable señor de la DIAN se apiadara de nosotros y nos concediera el permiso para circular por su honorable país con nuestro honorable vehículo. Claro, todo esto después de que atendió a las trienta y pico de personas que teníamos por delante, lo que lo obligó a quedarse trabajando unas 3 horas después del final de su turno. Impresionante. Lo mejor es que el tipo no estaba ni molesto. Sólo hacía su trabajo. Cualquier parecido con la realidad, no se será pura coincidencia pero seguro que no fue en Venezuela. Al menos en ningún organismo público...seguro. Nos dan nuestro permiso, y nos despedimos amablemente del señor y también de El Negro, quien se había quedado pendiente de nosotros y hasta nos invitó a comer a su casa por si nos teníamos que quedar... pero al final, sólo nos fuimos a Santa Marta a disfrutar de los Carnavales, pero con un par de pasajeros que llevamos a Maicao porque su chofer no tuvo la decencia de esperarlos en la frontera las 7 horas de cola que tuvieron que hacer para sellar su pasaporte.
El viaje, por suerte, estuvo MARAVILLOSO.
Las fotos, por supuesto, se las debemos...
Mimi que buen cuento