Un proyecto de Google que permite usar la tecnología de Google Maps para ver a detalle 132 de los lugares más asombrosos del planeta, como Shark Bay, en Australia, donde habitan "algunas de las formas de vida más antiguas de la tierra" o Stonehenge, esas misteriosas piedras en Inglaterra a las que les puedes ver hasta los poros porque la calidad de la imagen es muy buena.
La increíble historia de una pareja alemana-española, con una bebe de 9 meses, que no ha utilizado dinero durante los dos últimos años de su vida. La historia como tal la he escuchado en otras versiones antes, lo que me pareció interesante fue la parte final, el hecho de que Bio Company le haya ofrecido al hombre el puesto de asesor, una movida genial que habla de lo mucho que está creciendo la cultura de sostenibilidad en Alemania.
Una aplicación para smartphones que permite reconocer los puntos de la ciudad que son accesibles para quienes se mueven en sillas de rueda
Y finalmente....
Esta receta de pan de chocolate y coco, a la que solo le quitaría el aceite de coco y cocinaría todos los días de mi vida... Hasta morir de azucaritis.
Hace unos meses empecé a guardar todos los corchos que usábamos en casa. Con los primeros hice los portavasos que mostré aquí y siguiendo la misma técnica me inventé este corcho-marco con el que estoy muy contenta.
Simplemente hay que picar los corchos por la mitad, (un cuchillo grande con sierra es la mejor opción) luego alinearlos, que es la parte más complicada, y utilizar una lámina de cartón como base (yo usé una caja de cereal). Con un poco de pegamento universal y fuerza bruta los corchos pegan muy bien y como último usé un exacto para abrir un hueco a través del cartón y el corcho: allí va el clavo. ¡Listo!
Así se ve por atrás. Que elegante.
Me encantan los corchos así que seguiré buscando ideas a ver que sale =)
Aquí dejo el artículo de opinión que escribí para Guayoyo en Letras: "Desde Afuera". Habla sobre la migración, un concepto que tiene ya buen rato persiguiéndome y de hecho fue el tema de mi tesis de Licenciatura.
Lo escribí en Enero pero creo que con todo lo que ha pasado con "Caracas Ciudad de Despedidas" me convenía darle otra lectura, para asegurarme de no estar juzgando a estos chicos desde las ópticas que critico en el artículo.
Justamente el motivo para escribir esta pieza para Guayoyo fueron las despedidas, las que había vivido en Caracas y las que estaba viviendo en Barcelona. Despedidas detestadas que pueden llegar a agobiar con mucha facilidad pero que al fin y al cabo son tan parte de la vida como todo lo demás, sobre todo en una época como la nuestra: si todo fluye, si nada se mantiene estático, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?
Sería genial si pueden leerlo y contarme que les parece.
Siempre me han resultado asombrosos
todos los significados que podemos asociar a cada palabrita; las conclusiones tan
grandes a las que podemos llegar a través de ellas.
Discapacidad es una de esas palabras
que, estamos tan acostumbrados a oír, que raramente nos detenemos a pensar en cómo
la interpretamos y, sin notarlo, puede que a veces nos dejemos llevar por una simple operación lógica:
Dis-capacidad.
Que no tiene la capacidad.
Que no es capaz.
Que no puede.
Y es que, a pesar de que “discapacitado” es
el término más aceptado, no siempre le damos la lectura que le corresponde. “Dis”, en su acepción proveniente del griego, significa “dificultad”
o “anomalía”, que es muy distinto a: “que no tiene”.
Decimos que alguien es
discapacitado porque tiene la necesidad de hacer ciertas cosas de una manera
distinta. Sus capacidades son anómalas, son distintas a las de otras personas
pero siguen siendo capacidades.
Desde que llegué a Barcelona he
estado trabajando alrededor de este tema. Al llegar me hice voluntaria de Best
Buddies, que trabaja con personas con discapacidad intelectual. Ahora soy voluntaria de
ECOM, que se enfoca en discapacidades físicas y allí colaboro en actividades de
sensibilización.
Lo que más me gusta de esta organización es que está muy enfocada en el área de los deportes adaptados, y no
porque yo le tenga amor alguno al deporte, sino porque creo que es el terreno
donde podemos ver de la forma más tajante en qué consiste eso de las diferentes capacidades.
Que una persona en silla de ruedas te de una paliza
jugando básquet, que tu compañero de tenis tenga un solo brazo,
que una persona invidente te meta 3 goles, son experiencias que cambian tu
percepción inmediatamente y te dan una nueva perspectiva. Luego
de un rato jugando cualquier deporte, sencillamente dejas de ver a los otros por
lo que tienen o lo que les falta, pasan a ser tus compañeros o tus contrincantes y lo
único que importa es cómo se está desarrollando el juego y el trabajo en
equipo. En el deporte no existe espacio para "pobre" ni para "no puede", solamente para "¡vamoooos!".
Los deportes adaptados no solo se ajustan a las distintas capacidades sino que nos hacen ganar a todos una nueva: la capacidad de olvidarnos de condescendencias y tratar a los otros como iguales.
Me encanta que en los colegios podamos
mostrarle a los niños cosas como estas y lo único que escuchemos sea: ¡wooooooow!
Porque están viendo al deportista y no a la discapacidad.
Creo que una de las formas más
sencillas de entender que todo se trata de desarrollar capacidades, de
practicar y entrenar, es saliendo de nuestra área de confort e intentando hacer alguna actividad que realicemos comúnmente pero de una manera distinta. Y bueno ver a otros
haciéndolo también sirve jejeje:
Este fin de semana tuvimos una gran
actividad en Terragona, en 2 plazas realizamos juegos adaptados de todo tipo: badminton,
básquet, ping pong, básquet, fútbol, ciclismo, esquí y boccia, que es como la petanca
o las bolas criollas pero con algunas adaptaciones diseñadas para personas con
parálisis cerebral. Fue muy divertido, un trabajón porque vinieron muchísimas familias
a jugar y fue muy rico ver como todo el mundo pudo probar los distintos
deportes y divertirse, sin importar su edad o sus capacidades.
Yo, por ejemplo, confirmé lo que
siempre he sabido: que soy muy mala en la mayoría de los deportes, pero también
pude descubrir ¡Que existe uno en el que soy buena! El handbike (como bici
manual) lo cual me alegró muchísimo y me dejó con ganas de practicar más, ojalá
tenga la oportunidad. Estas son algunas fotos tomadas con mi terrible cámara
del blackberry:
Una vez escuché a una persona con
discapacidad explicando que antes se aceptaba la palabra “minusválido” y antes
de eso “inválido” pero que parecía que cada tanto era necesario cambiar el
término porque se empezaba a usar como insulto o como burla. Ese comentario me
hace creer que el tema crucial no son las palabras. Importan, sí,
pero por la forma en la que las utilizamos: cómo comprendemos la discapacidad, cómo
tratamos a las personas que tienen una; si colaboramos con su integración, si
las ignoramos o si incluso sin saberlo estamos contribuyendo con su exclusión.
Creo, muy personalmente, que se trata
de respeto, de ver a los demás como personas y punto, capaces de hacer todo lo que se propongan con trabajo y esfuerzo. De aplicar lo que le pediríamos a un niño que hiciera: jugar con
el otro, sin importar cuan diferente sea a nosotros. Voy aprendiendo sobre este
tema poco a poco y aún me falta mucho camino, eso me emociona.
Esta es mi campaña favorita
sobre el tema, es del Comité Paralímpico Canadiense y muestra a un hombre con
una pierna prostática corriendo mientras entendemos todos los obstáculos que ha tenido que superar. Imparable. El ritmo es brutal, la música perfecta. Me encanta.
Para cerrar les dejo el video
que hizo ECOM, muchos de quienes aparecen son compañeros voluntarios y creo que
el resultado es bonito, un mensaje muy amigable sobre la integración. Como siempre digo, todos podemos hacer nuestra parte, empezando por como nos tratamos en la calle.
Luego de un montón de tiempo con un problema hematológico estúpido llego hoy al médico esperando que sea la visita final y me digan: "¡Todo bien amiga!"
En realidad me dijeron: "va mejor, casi casi listos. Por cierto, ahora aparece algo nuevo: triglicéridos altos."
Yo, por su puesto, procedo a indignarme. Viene la cara de "me tienes que estar jodiendo". El suspiro de "esto nunca se acaba". Automáticamente culpo al remedio ese que estaba tomando y miro a la doctora con odio porque esto tiene que ser culpa de la medicina moderna y todos sus efectos secundarios. Que molestia. Que ladilla. Que jartera. ¡Tela marinera!
La doctora sigue allí estática, viéndome y solo pregunta algo: "¿Comes mucho queso y dulces?"
Nacida en Caracas -sede de todos los eventos imposibles del último siglo- con una habilidad natural para descubrir personas extraordinarias y una necesidad imparable de compartirlas a través de mis historias.