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  1. Copio aquí un correo que originalmente le escribí al combo, a mis amigos más cercanos, para explicarles por qué últimamente trabajaba más y los veía menos (y para disculparme por esa falta de valores!!) Hoy la monto aquí porque creo que es importante escuchar la voz de los chiquititos que conformamos esto. Creo que es más fácil entenderlo cuando lo ves desde abajo hacia arriba...
    Al combo, disculpas por publicar algo tan personal... Como castigo: yo invito la próxima ronda!!
    Sé por qué lucho
    A comienzos de este año me integré al equipo de un político, un equipo muy pequeño que enfrentaba el reto de trazarse un plan para seguir haciendo país, sin la posibilidad de volver a tener un cargo público en lo cercano, por culpa de una inconstitucional inhabilitación política. Básicamente buscábamos respuesta a la pregunta: ¿cómo podemos generar cambios sin ser gobierno?

    Me da risa pensar en lo distinta que era hace sólo 10 meses. Yo siempre admiré el trabajo de mi jefe y (no tengo que decirles esto) estaba (y estoy) absolutamente enamorada de Chacao. Sabía del trabajo de las Redes y me gustaba su filosofía, pero no voy a decir que me metí en este trabajo con una misión o con un sueño de cambiar al mundo. Yo estaba aburrida y quería un trabajo que fuera flexible con las horas. No quería volver a pararme temprano.

    Hace 10 meses odiaba la política, la única referencia que tenía para toooodos mis chistes políticos era Henry Ramos Allup y su fantabulosa voz. A pesar de que me gustaba el trabajo social que hacía en la Alcaldía, nunca tuve razones para querer involucrarme en la política nacional.

    Sin embargo, y sin darme mucha cuenta, empecé a involucrarme. Me encargué por un tiempo del área de comunicaciones y disfruté un mundo haciéndolo porque era distinto a lo que había hecho antes. Cada día iba entrando más gente a la oficina y cada uno de nosotros iba definiendo un poco mejor su trabajo y sus responsabilidades. Yo, por no saber de políticos, no entendía muy bien quienes eran los que se iban sumando al equipo, lo que sí me sorprendía es que la mayoría fuera muy joven.

    Luego de unas semanas, alguien me explicó que había un proyecto, que gente de distintos sectores estaba empezando a trabajar junta, apoyándose mutuamente en diferentes áreas. Las mamás organizadas de la comunidad tal, se reunían con líderes de otro municipio, que habían hecho unas actividades culturales que les servían como referencia positiva. Los muchachos que venían del movimiento estudiantil ayudaban a los líderes de un sector a organizar una jornada de voluntariado... Cualquiera podía sentir que algo se estaba
    activando.

    Con el tiempo la cantidad de gente empezó a crecer y a organizarse, y nos convertimos en un movimiento. Nadie hablaba de derecha o de izquierda, de cargos ni jefes, de hecho, yo hacía chistes con que la gente en la oficina no hablaba, ellos se preguntaban-contestaban: “¿Viste lo que está pasando?” “Sí, ¿Qué podemos hacer?” “Conozco a una gente que sabe de eso, ¿nos reunimos con ellos mañana?” “Dale, al mediodía, ¿qué adelanto?”.

    Jamás me habría imaginado que una oficina sin jefes podría funcionar, pero es que aquí nadie podía fallar, esta vaina era peor que un jefe: tenías a 10, luego a 20, luego a 30!! personas pendientes de tu trabajo. DEPENDIENDO de tu trabajo.

    Así empezó el trabajo formal en el movimiento, las reuniones INFINIIIIIIITAS, ABURRIDAS Y DESESPERANTES para decidir cómo nos organizábamos, cómo nos llamábamos, cuáles eran nuestras metas con el trabajo… Reuniones horribles pero necesarias que nos fueron dando líneas para saber a donde queríamos llegar y cómo hacerlo.

    En ese proceso, en estos 10 meses, organizamos a más de 6.000 personas en todo el país, a gente como nosotros, como nuestras mamás, como el señor que nos vende el pan, como nuestros profesores y como Concejales o Alcaldes.

    Decidimos que nuestro objetivo inamovible es superar la pobreza en paz y democracia, activando a todo el mundo sin importar de cual tendencia vengan; lograr cambios sociales importantes desde el trabajo de los ciudadanos, hacer crecer a Venezuela de abajo hacia arriba, desde la gente.

    Cuando entendí lo que significaba ese concepto: cambiar al país desde las parroquias más chiquititas, entendí que ya no podía darme el lujo de odiar la política, que si este país va a cambiar es porque nosotros vamos a trabajar tanto, a luchar y a presionar tanto, que pronto nuestros políticos serán personas que vengan de trabajar en sus comunidades, que representen realmente a una gente, a unos valores y a unos motivos de lucha. Como explica un compañero: gente que quiera llegar a un cargo por el poder, el poder de transformar a su municipio, a su estado, el poder de darle a la gente una mejor vida. Gente con voluntad para trabajar con todos esos recursos que tenemos y que hemos desperdiciado.
    Hace unas semanas le pusimos nombre a esto: Voluntad Popular, un movimiento social y político, sí, político, pero un movimiento, no un partido. Un movimiento es gente trabajando junta, gente que piensa distinto entre ella y que no tiene una sola línea ideológica que seguir, simplemente comparten creencias y objetivos en los que pueden trabajar juntos. Un partido tiene militantes, nosotros tenemos activistas, gente que trabaja en su tiempo libre, que se ofrece como voluntario, que tripea ir a una comunidad al otro lado del país a conocer a su gente y ver que puede aprender y aportar.

    -Les puedo jurar, con toda la pena del mundo porque entiendo lo cursi que me he vuelto, que decir que soy una activista es una cosa que me enorgullece con demencia-

    Entonces, continué trabajando con mi jefe en su equipo, pero invirtiendo todo el resto de mi tiempo en esto, en un movimiento que cada día tiene más líderes que vienen de los lugares menos esperados.
    Sin embargo, más allá de que me parezca un proyecto teóricamente increíble y necesario, lo que realmente me hace echarle pichón a esto es la gente que trabaja a mi lado todos los días. Si hoy tengo fe, es una fe bien fundada. Esta gente puede, nosotros podemos. Y aquí quisiera contarles un poco sobre esa gente.

    Hace unas semanas fue a nuestra oficina un chamo que no sabía muy bien que estábamos haciendo, había escuchado algo y quería averiguar más. Se reunió con nosotros y se fue a su casa. Al día siguiente me llamó para unirse al equipo y para contarme que le había pedido a su esposa aplazar temporalmente los planes de irse a Canadá; había encontrado algo que valía la pena intentar antes de dejar el país.

    Mientras tanto, trabajo también con una pareja que ya emigró, que vivía afuera y decidió regresar, consiguiéndose este proyecto al que se entregaron. Dos panas que están absurdamente enamorados y que son la definición de lo que es ser gente buena. Una pareja que me impacta porque trabajan codo a codo todos los días, con demasiada entrega, y me hacen pensar que ellos ya vivieron por un rato lo que es dejar lo suyo, las cosas por las que habían trabajado, y lo arrecho que debe ser lo que tenemos aquí, como para decidir regresar a luchar por ello.

    Trabajo con hombres que cayeron y se levantaron, que vienen de las peores cárceles de este país, que un día apagaron vidas pero que hoy se dedican en cuerpo y alma a rescatarlas, a dar fe, esperanza, a dar oportunidades. Gente que me ha enseñado que lo más grande que se le puede dar a alguien es la posibilidad real de vivir mejor, de ser mejor.

    Trabajo con una líder de un sector muy chiquito, un puntito anónimo en el mapa de Guarenas, que me trata como a su hija, que me da fuerzas para reírme cuando odio el trabajo (porque si, a veces la cosa se pone fastidiosa, como en todo) Trabajo con un hombre de 2 metros, 90 kilos y del color del petróleo, que es la persona más adorable que he conocido y está cambiando a Barcelona paso a paso.

    Gente a la que nunca habría conocido si no fuera por esta oportunidad, gente que mientras mejora la vida de muchas otras personas, me está cambiando también la vida a mí.

    Mi nueva vida está llena de esos líderes que mueven a sus comunidades para construir una cancha en donde hoy hay basura, para montar a mano unos policías acostados en donde hoy han arrollado a niños, para no aceptar un colegio o un ambulatorio que se está cayendo, para luchar desde los consejos comunales por una solución a los problemas de los servicios básicos. Líderes que no cobran un bolívar por ese esfuerzo porque entienden que la recompensa de su trabajo es que sus hijos vivan en un lugar mejor.

    Sólo cuando conoces a gente así, sólo cuando entiendes todo lo bueno que se está haciendo desde los barrios más pobres de este país, sólo entonces puedes indignarte con pasión cuando alguien intenta menospreciar al venezolano, cuando alguien te dice que esta es la realidad que merecemos.

    Pero esta misma gente, que nunca deja de sorprenderme, me ha enseñado también que la indignación no es el sentimiento correcto, que la indignación contra alguien, contra nuestros problemas, contra nuestros gobiernos, no crea. Que sólo la acción vale, porque sólo la acción nos mueve a un mejor país. Por eso no paramos de trabajar. Nunca.
    En mi oficina están también los profesores, arquitectos, ingenieros, economistas, artistas, que sueñan la Venezuela que queremos y merecemos, y que trazan los planes para llegar a ella. Gente con la experiencia para saber cuáles son los caminos más eficientes para lograrlo pero sin la amargura de los que con el tiempo se rinden ante la forma tradicional de hacer las cosas. Gente que está dispuesta a intentar algo diferente.
    Trabajo con un chamo de mi edad que tenía una carrera de 4 años en una de la firmas de leyes más importantes del país, que había hecho sus pasantías en NYC, que tenía un futuro promisorio y bastante cómodo (y millonario, de paso) trabajando en el sector privado; un pana que durante el movimiento estudiantil se dio cuenta de que había que echarle pichón al país y tuvo que tomar la decisión de cambiar sus planes de vida por unos muchos más inciertos y menos seguros, pero que hoy lo han llevado a hacer posible las cosas más grandes que hacemos en el movimiento, y conoce la satisfacción detrás de ello.

    Trabajo con un ejército de chamas de mi edad que “operatizan” lo imposible, que están resteadas a materializar todos los planes, las que se enfrentan a la realidad y no se dejan echar para atrás, gente a la que hoy puedo llamar mi amigas y no sólo mis compañeras. Trabajo con una de las diseñadoras más talentosas que he conocido, a la que no le importa llegar a las 6 de la mañana a la oficina y dormir en un puff, porque entiende que su trabajo le va a hacer la vida mejor (y más bella!) a MILES de personas jajajaja.

    En mi oficina me encontré también a la persona con mayor sentido de rectitud, ética y responsabilidad que he conocido, probablemente mi principal razón para creer que la política puede hacerse bien, que sí hay gente incorruptible que no se va a cansar. Un pana de mi edad al que sólo puedes admirar por no tener miedo de tomar decisiones difíciles si sabe que son las correctas.

    Trabajo con gente a la que no se le agua el guarapo cuando ven a alguien viviendo en la calle, porque se paran a hablar con él, a escucharlo y ofrecerle ayuda; y porque aún si no logran ayudarlo esa vez, seguirán parándose a intentarlo la próxima y la próxima y la próxima.

    Trabajo con adultos que me enseñan y con jóvenes que me inspiran. Trabajo con gente que me da fe y me impulsa. Trabajo con gente que es más grande que yo en todos los niveles, gente que me hace querer saber más, pensar más, gente que me obliga a convertirme en una mejor persona. No hay otra opción, no hay espacio para hacer las cosas a medias. Hay demasiado futuro dependiendo en que todos seamos mejores.

    El sábado que viene Voluntad Popular se hace público. Nunca fuimos un secreto, simplemente nos estábamos construyendo y hoy estamos listos para ser más venezolanos.

    Aunque estemos infinitamente asustados y veamos demasiado trabajo que aún falta por hacer… Estamos listos, tenemos la estructura para recibir a miles de venezolanos que formarán redes, que serán voluntarios, que serán activistas y que VAN A CAMBIAR ESTE PAÍS.


    --
    Este año fue muy importante para mí. Agarré mis ahorros de los dos últimos años y rompí el cochinito para irme a viajar. Visité lugares que amé y conocí sitios inesperados a veces por puras casualidades de la vida.

    Viajar te hace crecer, siempre he creído eso, pero lo más sorprendente de mi año fue que los cambios más grandes que se iban forjando dentro de mí, no se debían a lo que veía allá, sino a lo que recordaba que estaba pasando aquí.

    Por primera vez me montaba en los aviones de regreso: feliz de volver, de traer experiencias para utilizar aquí, para contarle a la gente de la oficina las cosas finas que podíamos replicar, para repetir con ustedes las cosas divertidas que había vivido allá.

    ¿Saben que paso? Dejé de ver las cosas buenas de afuera como “lo que me estaba perdiendo” y pasé a verlas como “lo que vamos a tener” si seguimos trabajando.

    Lamentablemente tenemos 10 años escuchando que el país se va a acabar, que este es el año, que ahora sí es dictadura. Por Dios, dimos un golpe EN EL 2001!!! porque este tipo "nos tenía al borde de un régimen cubano". No, claro, DE BOLAS que los jóvenes estamos asustados, de bolas que queremos irnos, son 10 años de miedo, de esperar “el momento”.

    Sabemos que sí hay un peligro claro, pero esta actitud no nos va a permitir hacerle frente jamás.

    Entonces, si todo este tiempo hemos dejado que otras personas nos echen solamente cuentos de terror, entonces hoy decido que yo misma voy a empezar a echar cuentos, los otros cuentos, los que están pasando allá afuera y la gente no puede ver, los cuentos como los de Maria Isabel, Bernardo, Laura, Gilber, Verónica, Manuel, Alejandro, Douglas, Corina, Leopoldo, Manuela, Vicky Vicky, Ignacio y toda la gente de la que hablo allá arriba, gente que existe, gente que nos va a devolver la fe, gente que nos va a obligar a pensar más la forma en la que vemos y hacemos país. Gente que me sentiré orgullosa de conocer, así como hoy me enorgullezco de conocerlos a ustedes.

    Tal vez sin que lo sepan, ustedes son mi principal razón para tener fe, para querer construir un lugar que no tengamos que dejar, en donde podamos crecer juntos, seguros y felices, con vida plenas, vidas en las que somos padrinos de nuestras bodas y nuestros hijos.

    Lo que realmente quería decirles, es que mi Voluntad son mis amigos y mi familia (que a veces son lo mismo), y ese es el mensaje que llevare en la pancarta que voy a levantar el sábado (sí, voy a tener una pancarta, igual que otras 6.000 personas que se van a parar a recordarse entre ellas todas las razones que nos dan voluntad para trabajar)

    Combo, no perdamos la fe, queda mucho por lo que luchar.

  2. 6 comentarios:

    1. Unknown dijo...

      En verdad entiendo lo que dices. Llevo más de tres meses viviendo en Suiza y me queda poco para volver a Venezuela.

      Pero no vuelvo con temor, sino cargado de ganas y de ideas para cambiar mi país. Comenzando por abrir espacios de contacto y de debate para discutir seriamente temas de Ingeniería Institucional.

      http://ingenieriainstitucional.blogspot.com/

      También regreso con la idea de darle a los actuales estudiantes las herramientas para que sean mejores líderes en donde sea que se desarrollen.

      Hay mucha gente con muchas buenas ideas, pero todavía están solos y regados por el mundo. Hace falta unirlos y articularlos.

      Seguimos en contacto

      J.C.

    2. Anyul dijo...

      buenísimo!!! vivo en los teques, ¿cómo me sumo al movimiento? ¿cómo podemos generar el cambio desde acá?

    3. Unknown dijo...

      Anyul gracias!!! Puedes ir a www.voluntadpopular.com y regístrarte alli, o manda un mensajito al 0412-31REDES (04123173337)

      La semana que viene vamos a tener reuniones con todos los inscritos

      Juan, me encanta tu iniciativa, vamos a activarla!!

    4. http://waleskalopez.blogspot.com/ dijo...

      iujuuuuuu... a quien pueda interesar vivo en mérida actualmente, estoy terminando mi carrera y antes pensaba que irme era lo mejor, creo que ahorita es que tengo mas ganas de quedarme pa ayudar al país. Si me voy aseguro que regresaré para traer lo aprendido y hecharle pichón... Quisiera unirme y ayudar desde aqui..!!

    5. Miguel dijo...

      Rock on! Hay que soñar!!!

      @moctavio

    6. Anónimo dijo...

      creo que leí hasta donde dice: "Yo..."

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